sábado, 17 de noviembre de 2012

Residentes también en crisis?

En el juramento Hipocrático se contempla el valor que tiene la enseñanza de nuestro arte, desde la Antigüedad. Me gusta poder moldear residentes, enseñarles no sólo a interpretar síntomas y a identificar signos, sino a mirar más allá. Que relacionen ese mareo con pérdida del puesto de trabajo, ó muchas demandas mal justificadas con un posible maltrato, que sepan negociar, interpretando la comunicación no verbal. Ellos también me ayudan  a no centrarme demasiado en lo psicosocial (confieso que estoy muy atenta a esto).
Pero con la jornada ampliada la formación de los residentes se resiente. Los mismos 5-6 minutos por paciente, y cada dos semanas una consulta extra por la tarde (y por la mañana también). He renunciado a acoger a residentes de otra especialidad, y alumnos de pregrado.
Si hubiera pasado un año antes no habría disfrutado de la simpatía de aquel residente de ginecología, que tomaba apuntes en consulta para luego mirar en casa, y del que aprendí que no debes nunca perder el entusiasmo por lo que haces, y buscar con lupa en la historia algo que te de la clave del diagnóstico.
O aquel otro de traumatología, que se pasó una semana sin hablar porque pensaba que de una consulta de centro de salud no iba a aprender nada, y se fue sorprendido de la cantidad de traumatología que vemos, de lo poco que les derivamos, y de lo fácil que es sonreir y mirar a la cara a los pacientes, y lo terapéutico que resulta.


Si a Hipócrates le hubieran obligado a trabajar de sol a sol, a marchas forzadas, hubiera pensado: "en esas condiciones mejor no enseño lo que hago", digo yo!

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